Tío Vania es la historia de una familia cuyas personas
comprenden que el destino de sus vidas comienza a escapárseles. Seres
apasionados, soñadores y encantadores, pero ineficaces, destructores e
incapaces de dar solución a sus vidas. Ellos sueñan con ser felices, con otras
formas de vivir, pero para conseguirlo
deben afrontar la realidad y tener el valor de enfrentarse a ella.
Antón Chéjov escribió Tío Vania,
quizás su obra más hermosa, en 1898. El
tiempo trascurrido hasta hoy no ha restado actualidad a sus personajes ni a las
inquietantes preguntas que nos plantea su autor: ¿Qué hemos hecho con nuestras
vidas? ¿Qué dejaremos, para los que nos sucedan, cuando ya no estemos en este
mundo? ¿Qué estamos haciendo como sociedad; cómo hemos llegado a esta situación?
La acción se desarrolla en una casa rural, en los fríos campos de Rusia,
y su autor la subtitula con ironía: “Escenas de la vida en el campo en cuatro
actos”. Los dos primeros transcurren durante el verano, acabado de empezar el
primero, y cuando el otoño está a punto de llegar el segundo. Un mes después acontece
el tercero al que separan dos o tres horas del cuarto y último.
La obra fue estrenada el año 1900 bajo la dirección del gran director y
maestro del teatro ruso Konstantin Stanislavski.
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